El 23 de septiembre de 1965, en Madera —un pueblo de la sierra de Chihuahua—, un grupo guerrillero de trece estudiantes, maestros y campesinos asaltó el cuartel militar de la zona. El resultado fue la derrota del grupo: seis soldados y ocho guerrilleros muertos. Los soldados fueron sepultados con honores, los guerrilleros fueron exhibidos en la plaza principal como escarmiento para la población, y después arrojados sus cuerpos en una fosa común […] Nacía así un nuevo tipo de lucha en México: el foco revolucionario”, señala Cristina Gómez en el prólogo a “La fundación de la Liga Comunista 23 de septiembre”, de Enrique Condés Lara. Sustentado en documentos de la Dirección Federal de Seguridad, la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales y de la Secretaría de la Defensa Nacional, así como de algunos guerrilleros, hemerografía y testimonios orales, el autor estudia “los procesos y sustentos ideológicos, teóricos y políticos que desembocaron en la constitución de una organización pertrechada con un bagaje de ideas y políticas singulares, diferentes y contrapuestas a los postulados de las demás organizaciones de acción armada”; explica el “bagaje de ideas propio que desarrollaron esos guerrilleros”, examina a los grupos que integraron la Organización Partidaria, el origen, trayectoria y contexto de su lucha y reconstruye el contexto nacional e internacional, para, finalmente, ahondar y analizar la fundación de la Liga Comunista 23 de septiembre y su estructura organizativa.