Taxco. Los orfebres de la luna

Presentación editorial
Carpa Cháak (Lluvia)
10:00
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11:00
BARKER & JULES

A inicios del 1900, el Real de Minas de Taxco que dio riqueza a la Corona Española agoniza. La población se marcha, atrás quedan sus muertos y sus casas invadidas por cactus y nopaleras. Quedan las iglesias, las calles que serpentean y el majestuoso templo de Santa Prisca y San Sebastián resguardando un invaluable tesoro artístico. Su agonía fue resultado de luchas que tomaron cien años: de la independencia a la guerra de Reforma, de la ocupación francesa a los vientos de la revolución. Menos de dos mil habitantes se aferraron al pasado pidiendo a Dios que regresaran los días de bonanza. Es entonces que algunas de las mentes más brillantes se propusieron recuperar el “último vestigio vivo del siglo XVII”: Manuel Toussaint, Roberto Montenegro y Fernández Lezama; Diego Rivera, Frida Kahlo y Siqueiros, y muchos otros, iniciaron una cruzada para difundir sus tesoros. Sus calles y casonas de piedra, las fuentes, las siete colinas que lo rodean y las iglesias toman el tono de las acuarelas. El pueblo tranquilo y silencioso, que regía su vida por los repiques de campanas, es invadido por intelectuales y artistas que lo convierten en una meca de la cultura y las artes, una torre de Babel en donde se entremezclan idiomas y lenguas indígenas, en el que miles de turistas desgastan las calles y le imponen un ritmo cosmopolita a la vida. Surge entonces William Spratling que da vida a una generación de orfebres. Se arriesga, toma ejemplo de las piezas prehispánicas, y nace un estilo único y diferente. Taxco renace y la historia continúa.